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Recientemente he superado las pruebas de Google para obtener la acreditación oficial como Miembro Cualificado de Google Adwords, un trámite indispensable para demostrar conocimientos de la materia, pero sobretodo, para trasladar confianza al cliente. Pues hoy en día, entre aquello de "ya lo tengo bien! me lo hace mi sobrino", y el típico "claro, me lo llevaba mi sobrino y el pobre hacia lo que podía", siempre hay una historia de un fracaso anunciado. O lo peor, unas oportunidades perdidas muy difíciles de revivir.
Google, que ha encontrado en la publicidad de pago por clic el filón de los filones, y que ha crecido, y sigue haciéndolo, a una velocidad incontrolable, la última la del aeropuerto, tiene el gran reto de mantener todos los hilos bien atados y no dejar de mirar al horizonte para continuar avanzando.
Ardua tarea la del gigante de Mountain View, que corre el riesgo de perder piezas por el camino, como fue el caso de Buzz o Wave, o a menor escala, las primeras versiones del Merchant Center.
Si bien la actitud no es en absoluto reprochable, pues quien no arriesga nada gana, si que tenemos derecho a quejarnos los que resultamos damnificados por un quehacer mejorable. De muestra, un botón, ¿alguien puede responderme a la siguiente pregunta del examen de certificación?:
Lo dudo, tal y como está planteada, ninguna respuesta es correcta.